Explicaba cada una de sus cicatrices como si fueran batallas. Lo hacía con orgullo, con esa mirada de quien añora tiempos vividos.
Al preguntarle daba detalles referentes a lugares y razones. El gran secreto que todos queríamos conocer nunca lo reveló.
Los nombres de las diversas mujeres que le habían provocado aquellas cicatrices imborrables en el alma se los llevó a la tumba.
Galiana